La boda de Laura y Newton fue realmente una gran fiesta. Compartir con ellos esos momentos, ver como todo el mundo vibraba de emoción, como dice el slogan, no tiene precio. Realmente fue una noche inolvidable, llena de alegría y entusiasmo, y con la picardía típica de los dominicanos.
La famosa hora loca fue bien intensa y activa. Los chicos de los zancos no dejaban de animar a los invitados y motivarles a bailar. Muchos fueron los juegos, las sonrisas y, hasta las lágrimas de tanto reír, que surgieron en esos momentos.
Laura, muy original, decidió dejar de lado el largo vestido de novia blanco y lo cambió por un hermoso vestido, de un color que a los varones nos cuesta nombrar. En ese momento la fiesta se encendió un nivel más alto y a Newton no le quedó más remedio que seguirle los pasos, cosa que hizo muy bien.
Luego de unas horas ya todos éramos familia, y con toda la confianza del mundo sentíamos que podíamos tirar a los novios por los aires. Suerte que todos colaboraron porque esa idea suena bien cuando se dice con unos traguitos, pero cuando se intenta ya la cosa no es tan sencilla. Al menos Newton disfrutó el susto y no lo dejamos caer.
Chicos, que esta unión les dure toda la vida y que disfruten cada etapa de ella tal como disfrutaron la boda. El resto de las fotos de esa noche están ya en su galería especial, y el link se los he enviado por correo (sorry folks, hay que hablar con los novios para verlas). Muchas felicidades.
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